La Hormiga: platos grandes y clásicos.
Platos caseros, grandes y clásicos. Un ambiente que por momentos se siente como en casa, mezclando el estilo de Palermo y la firma de los bodegones. Esa clase de espacios donde vamos llegando de a uno hasta que toda la mesa está completa. Entre ventanales del techo al piso y ventiladores vintage.
Llegué a La Hormiga habiendo visto fotos riquísimas en internet y por suerte todas tenían razón. El menú describe los platos en diminutivo pero cuando llegan las porciones superan 2 o 3 veces lo que habíamos imaginado. Primero pedimos varias tríadas de limonadas (algunas clásicas y otras con menta y jengibre). Todas perfectas para una mesa redonda de amigos, repartiendo anécdotas de viajes y pensando en los próximos que están por venir.
Al horno: la clave en el menú
La sección de pasteles es absolutamente hermosa. En mi caso probé la cazuelita de zapallo, humita y miel, que vino en un cuenco con una terminación gratinada. Fue hundir el tenedor e ir encontrando cada capa texturada para descubrir un mundo nuevo. Entre mis amigos también surgieron las opciones de pastel de papa y el de espinaca con salmón. Para los mediodías de calor, también se puede pedir una ensalada caprese. En todos los casos que vimos, los pedidos se destacaron por ser platos grandes y clásicos.
Pintando la espera
La espera mientras llegan los platos es algo que todos los lugares resuelven de una forma diferente. Pero esta vez, me encontré con una alternativa súper original. Los manteles son de papel y tienen doble función. Además de la tablita con pan y manteca, cada mesa en tiene una canasta con crayones de colores para jugar a darle nuestro propio estilo y entretener el hambre mientras las cosas ricas se están preparando. ¿Quién iba a decir que el secreto no estaba en las berenjenas, las harinas y el queso untable sino en el arte?
¿Más lugares ricos para probar? Ya sabés dónde encontrarlos.