Green Eat: comer rico y sano en plena rutina.

Green Eat: comer rico y sano en plena rutina.

Green eat ha sido uno de mis grandes compañeros de rutinas. También un lugar clave para comer rico y sano cada vez que el tiempo parecía correr sin parar. Hoy les cuento varios instantes en los que me llevó de la mano.

Me recuerda a los tiempos en que frecuentaba la zona de Reconquista, entre callecitas llenas de microcentro y comidas ricas al paso. También a las reuniones en Galerías Pacífico, desde las de status a la de despedida. Y aquella hamburguesa de quinoa que me llevé hasta San Telmo para comer en mi silla estratégica frente a la computadora, desde donde se veía todo. Lo descubrí una vez y lo sigo recordando con mucho cariño, como esos espacios para resguardarse del ruido laboral y elegir exactamente el sabor que te va a alegrar por ese ratito. Incluso lo he tenido presente en momentos clave, donde recomendar era decisivo. 

Pero esta vez algo fue diferente. Era un día libre como hoy y su encanto me llamó una vez más. En una jornada en la que pensamos en todos los desafíos, caminos, creatividades, trabajos en equipo y sorpresas que han surgido en retrospectiva, qué mejor que recordarlo así: con el sol iluminando por la ventana. 

Una tarde de verano

Era Enero y hacía mucho tiempo que no tenía una semana libre completa en casa. De hecho fue en aquellos días en los que empecé a gestar este proyecto. Esa tarde, después de pasar por una papelería hermosa sobre Cabildo y ver las decoraciones de estrellas en las esquinas que vendían ropa, fuimos por un café y un tostado capresse. Una de las cosas más lindas que tiene Green Eat es el trabajo que hacen con los envoltorios. Las comidas te cuentan quiénes son desde el papel, qué ingredientes tienen, cómo fueron elaboradas. Los colores, las formas y los mensajes son especiales para cada caso y no se parecen a ningún otro. Siempre lo había visitado para comer rico y sano en el almuerzo, entre guisos, rolles y hamburguesas, pero nunca había ido para la hora de la merienda. El café también tenía mucho para contar. La historia decía así:

Nos sentamos cerquita de la ventana, donde llegaba el sol. Entre mesas y almohadones. Como en los desayunos de cumpleaños, las tardes de mate en el parque, las de café los domingos. Elegiste la mejor opción porque siempre fuiste mi inspiración para descubrir cada menú. Pasamos la tarde las 3 en uno de esos días libres y cotidianos que a veces se olvidan entre tanta rutina. 

El local de Green Eat en Cabildo conserva su esencia: el estilo natural, la comida hecha en el día, las frases, los detalles. Pero es especial porque se trata de un enorme galpón remodelado en pleno corazón de Belgrano. Para escaparle al ruido y escribir momentos sencillos, justo como el que les conté más arriba. 

Descubrí más espacios inspiradores para cortar la rutina por estos lares. Y también por acá.



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